AHORA QUE HABÉIS VUELTO
Seguro que os acordáis del clásico argumento
del western de forajidos: cuatro
desgraciados que no tienen dónde caerse muertos, que apenas suelen llevar más
que unos centavos en el bolsillo y que encima hacen mal las trampas en el
Póker, deciden un buen día asociarse para perpetrar un gran asalto al tren y
así salir de una vez por todas del arroyo al que uno jamás se acostumbra del
todo. El botín es nada menos que de un millón de dólares y sorprendentemente el
atraco sale redondo. Pero ahora viene lo difícil, hay que repartir – a algunos
de vosotros se os atraganta esta palabra, reconocedlo -. Parece mentira, pero
cuatro tipos que jamás habían tenido un centavo ahora no se conforman con un
cuarto de millón por cabeza; el éxito del atraco se les ha subido a la cabeza a
cada uno por igual, y se han olvidado por completo que es la primera vez que
algo les sale bien en la vida: todo lo anterior fue una serie interminable de
errores. El final ya lo sabéis: todos muertos y ni un puñetero dólar que
malgastar.
Pongamos un ejemplo más cercano.
Supongamos que una caja de zapatos con once mil euros entra en la cárcel y que
el dinero está destinado a sobornar a un funcionario, ¡a un solo funcionario!
Fácilmente el resto de celadores se habrá coscado de la jugada – la gente
habla, supongo que ya os habréis enterado – y no consentirán que el dinero llegue
a su destinatario. ¿Por qué?: por no saber hacer partes iguales, o desiguales,
qué más da. Ahí está la clave y ahí va mi consejo, muchachos: esta vez
REPARTID, incluso dadle mil eurillos al chofer si hace falta, al fin y al cabo
es testigo de vuestros tejemanejes y no pretenderéis que calle gratis.
REPARTID, porque no hay un solo ciudadano balear dispuesto a que le roben la
cartera en la plaza de España, pero sí estarán encantados de que vosotros les
mangoneéis cuanto gustéis, otra vez.
Octavio
Capó Truyols,
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