PALMA ARENA COMPARADO

 

Ralph Schürmann, heredando la vocación de su padre, había diseñado 28 velódromos antes de emprender el proyecto que salvaría a Mallorca de la mediocridad. Las pistas firmadas por el prestigioso arquitecto se caracterizaban por contar con una superficie lisa, no bacheada, y además reglamentaria para batir marcas oficiales a pedaladas. El Palma Arena batió una marca, pero no una cualquiera, sino una imbatible. Dirán que es muy osado afirmar la imposibilidad de superar un record, pero desde Es Macle Ros asumimos el riesgo.

Una de las habilidades del diseñador de velódromos más reputado del mundo consiste en reducir al mínimo los costes de sus macro-proyectos sin mermar la calidad, lo cual satisface a los gestores que lo contratan desde todos los rincones del planeta, exceptuando a Pepote Ballester y Jorge Moisés. Las cifras de los más destacados velódromos de Schürmann a final de proyecto iban desde los 18 millones de los antiguos euros del Centro Mundial de Ciclismo de Aigle (Suiza), pasando por el espectacular ADT Event Centre-Carson de Los Angeles (EE.UU), que costó 12 millones, al BGZ Arena de Prusakow (Polonia), 23 millones de euros. En ninguno de los casos mencionados tuvo que presentarse el arquitecto a rendir cuentas ante un tribunal de justicia.

Un chino contento con Schürmann: lógico

El proyecto estrella del proyectista que solamente diseña velódromos es el más reciente Laoshan de Pekín (China), que con una capacidad para acomodar a 6.000 espectadores y el doble de superficie construida que su proyecto estrellado supuso un desembolso record de 37 millones de euros. Es esta su obra más costosa si tenemos en cuenta los proyectos que figuran destacados en el book del arquitecto, el cual omite por decoro el Palma Arena, cuyo coste de 138.000.000 € es el equivalente a cuatro Laoshans de Pekín, por eso apostamos a que esta cifra no la veremos superada en ningún otro velódromo del mundo. En esta ocasión el arquitecto humanista sí debió comparecer ante un juez y prestar declaración.

Ralph Schürmann explicó que no entendía por qué los gerentes del Palma Arena eludían las partidas de bajo coste y le exigían que firmara otras más caras, “incluso cuando un suministrador ponía un precio ellos lo subían. Me pareció sospechoso que los gerentes no pusieran ningún interés en ahorrar”. Schürmann entendió que si continuaba obedeciendo las exigencias de Pepote Ballester y Jorge Moisés (Jaume Matas no sabía nada, por supuesto) su reputación y su futuro profesional llegaban a su fin, por eso se marchó. Nuestros gerentes lo tacharon de incompetente (!); incluso Miguel Angel Verger, ingeniero responsable del proyecto, se atrevió a afirmar que Schürmann “carecía de experiencia en la construcción de velódromos, de ahí las dificultades en homologar la pista”: olvidaba el ingeniero balear la existencia de una tecnología llamada internet. Para suplir al genio Schürmann y rubricar el resto de presupuestos la gerencia del Palma Arena recurrió a los infalibles Zipi y Zape García-Ruiz: “amb aquets mos entenem”.

El diseñador germano abandonó la isla convencido de que batuadell y cagoncristo eran los equivalentes a “buenos días y muchas gracias”.

¡Ah!, se me olvidaba: ¿Por qué no tenéis ninguna dificultad en articular Swarzeneger y sin embargo os cuesta tanto pronunciar José Ramón Bauzá, en cristiano?

Octavio Capó Truyols                                          Es Mascle Ros