lunes, 6 de febrero de 2012






AHORA QUE HABÉIS VUELTO


         Seguro que os acordáis del clásico argumento del western de forajidos: cuatro desgraciados que no tienen dónde caerse muertos, que apenas suelen llevar más que unos centavos en el bolsillo y que encima hacen mal las trampas en el Póker, deciden un buen día asociarse para perpetrar un gran asalto al tren y así salir de una vez por todas del arroyo al que uno jamás se acostumbra del todo. El botín es nada menos que de un millón de dólares y sorprendentemente el atraco sale redondo. Pero ahora viene lo difícil, hay que repartir – a algunos de vosotros se os atraganta esta palabra, reconocedlo -. Parece mentira, pero cuatro tipos que jamás habían tenido un centavo ahora no se conforman con un cuarto de millón por cabeza; el éxito del atraco se les ha subido a la cabeza a cada uno por igual, y se han olvidado por completo que es la primera vez que algo les sale bien en la vida: todo lo anterior fue una serie interminable de errores. El final ya lo sabéis: todos muertos y ni un puñetero dólar que malgastar.
 
          Pongamos un ejemplo más cercano. Supongamos que una caja de zapatos con once mil euros entra en la cárcel y que el dinero está destinado a sobornar a un funcionario, ¡a un solo funcionario! Fácilmente el resto de celadores se habrá coscado de la jugada – la gente habla, supongo que ya os habréis enterado – y no consentirán que el dinero llegue a su destinatario. ¿Por qué?: por no saber hacer partes iguales, o desiguales, qué más da. Ahí está la clave y ahí va mi consejo, muchachos: esta vez REPARTID, incluso dadle mil eurillos al chofer si hace falta, al fin y al cabo es testigo de vuestros tejemanejes y no pretenderéis que calle gratis. REPARTID, porque no hay un solo ciudadano balear dispuesto a que le roben la cartera en la plaza de España, pero sí estarán encantados de que vosotros les mangoneéis cuanto gustéis, otra vez.

Octavio Capó Truyols,


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