50 SOMBRAS DE GREY
Albert Camus
¡La vida consiste en repetir la misma
estupidez una y otra vez, idiota!
Kurt Vonnegut
Los
veraneantes hambrientos de lectura nos abalanzamos sobre todo aquel volumen al
que se le pueda considerar un “tocho”; si además se trata de una trilogía,
mejor que mejor. Antes de adquirir la monumental obra, temerosos de convertir
nuestras vacaciones en una tortura, recurrimos a la sapiencia de nuestro más
íntimo especialista, el que lee incluso en Navidad
y Semana Santa. “Yo ya me estoy
terminando el tercer volumen. Cómpralo, es de de lo mejor”. Inmediatamente
derramamos 100 euros sobre el mostrador, sin pestañear. Algunos incluso han
podido con la trilogía completa de Milenium
después de engullir El Código Da
Vinci, El perfume y Los pilares de
la tierra. Me pongo en pie y aplaudo a
esos lectores. Todos estos libros son casi obras maestras, porque
mantienen el televisor apagado, aunque no logran arrojarlo a la basura.
Postguerra es otra obra monumental si nos referimos a su
extensión: sobrepasa con holgura el millar de páginas sin un solo diálogo. La
encontrará en el estante de historia o ensayo, pero no se asuste, porque en
realidad Posguerra es la novela de Europa.
Lo que ocurre es que el librero no la ha leído, aún.
Existen
otros excelentes ensayos que abarcan la misma época que el de Tony Judt desde 1945 hasta entrado el
siglo presente, pero Postguerra es el mejor. El imprescindible prólogo, donde
cuenta cuándo y cómo decidió el autor comunicarle a su esposa la decisión de
emprender semejante viaje, augurará el profundo respeto y devoción que acabará
sintiendo usted por el autor.
Postguerra
asusta al principio por la inmediata invasión de cifras. Son absolutamente
necesarias, como todo lo que hay escrito en su millar de páginas. No tardaremos
en engancharnos a la novela de Europa como si de un culebrón se tratara, el
mejor de los culebrones. Y aprenderemos mucho. También recordaremos.
Es
un libro ameno, pero a la vez triste, porque el siglo XX fue una bestialidad
por lo que refiere a los actos de nuestra especie. Desde el final de la Segunda Guerra Mundial, que es donde se
inicia el relato, nuestros gobernantes no hacían otra cosa que equivocarse, a
veces cometiendo errores de tal magnitud que desembocaron en grandes muros
divisorios, más pueriles que el ficticio que dibujan dos compañeros de pupitre
mal avenidos. Postguerra nos enseña que, desde que nos levantamos hasta que nos
acostamos, no hacemos otra cosa que equivocarnos, por lo que vale la pena
esforzarse por que el error sea nimio. Pero eso nos lo enseña casi toda la gran
literatura.
Durante
su lectura aprenderá a no rendir pleitesía a nadie, al tiempo que le entrarán
ganas de levantarse, de una puñetera vez.
Postguerra
es también un suspiro de esperanza, porque fue escrito por alguien que sentía
un respeto pavoroso por el ser humano, como tantos otros personajes que salen
en esta excepcional novela. De lo contrario hubiera resultado imposible
dedicarle quince años.
Como,
probablemente, no querrá parar de leer a Tony Judt (1948-2010), pruebe con Sobre el olvidado siglo XX. Cabe
advertir que algunos, como un servidor, se sorprenderán de que se pueda
escribir tanto y tan bien.
Si
se pregunta por qué no recomendé este libro a principios del verano es que no me
conoce. No seré yo quien interrumpa sus cincuenta orgasmos con sus Cincuenta Sombras.
Octavio
Capó Truyols Es Mascle Ros
La sombras de marras ...
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