ECONOMÍA DEL BIEN
COMÚN
Las buenas
intenciones de Christian Felber
Christian Felber logra llenar el aforo del Club Diario de Mallorca un sábado a las 10:30 a.m. Asiste la
plantilla entera de Es Mascle Ros, para que no se nos escape detalle. El economista
austriaco propone un juego radicalmente opuesto al anterior y se llama Bien Común, término que declara haber
tomado prestado de Tomas de Aquino,
personaje al que el público asistente conoce a fondo, es decir, todo un
referente. También cita a Aristóteles,
por si alguien necesita apoyar los dos brazos para sostener su cabeza.
Felber
trata de convencernos de que el acaparamiento, el enriquecimiento como fin
único de una empresa o una persona, es nocivo para la sociedad, y estamos de
acuerdo con él. Los peces gordos, los tiburones acaparadores de la riqueza más
grosera, no se encuentran entre los aforados, pero también están de acuerdo con
esa teoría. La mujer que plancha la ropa de
Emilio Botín no tiene por qué cobrar un sueldo 500.000 veces inferior al de
su amo, es más, la planchadora realiza una labor que beneficia – o al menos no
perjudica – a la sociedad entera mucho más de lo que lo hace el trabajo del
banquero. La limpiadora mileurista impide, al menos, que el señor Botín vaya
por ahí esparciendo gérmenes y apestando a basura europea, y esto es mucho
mejor a la contribución realizada por el banquero para con la sociedad.
Cristian
Felber expone todo esto sentado y con la espalda erguida. Gesticulando con
ambos brazos imita a un disciplinado gendarme dirigiendo el tráfico rodado, lo
cual añade gracia a su exposición. Pronto invita al público a que interactúe,
no sin antes advertirnos, sin dar muchas explicaciones, que es absolutamente
falso que la actitud acaparadora corresponda
a la naturaleza propia del ser humano. Comenzamos enumerando rasgos
propios de la economía del acaparamiento grosero y el público empieza a
animarse. Egoísmo, grita alguien; individualismo dice otro; odio, injusticia, envidia, miedo y hasta veinte términos logra
arrancar del público para definir el lado oscuro. A continuación pasamos a
definir el perfil del nuevo movimiento, es decir, las aptitudes que nos caracterizan
a todos los asistentes. Honestidad, generosidad, solidaridad, compasión y
otros nueve adjetivos hacen de nosotros un público maravilloso y esperanzador.
Por supuesto, inmediatamente recordamos que la definición del lado oscuro de la
inmundicia actual coincide con la que otro austriaco hacía de la raza judía,
mientras que los atributos positivos coinciden también con los que aquel
definía al pueblo alemán. Es pura coincidencia, no podemos evitar coincidir con
el vocabulario del Fürer, no es
culpa nuestra.
Felber
nos invita a jugar a dirigir el tráfico. Pregunta cuántas veces creemos que
puede superar el salario máximo al mínimo para que una economía sea sostenible.
(“No tenemos tiempo para fijar un salario mínimo, esto corresponde a otro
debate”, oído). Debemos levantar un brazo si discrepamos de su propuesta y los
dos si estamos en absoluto y rotundo desacuerdo, o algo así (servidor no es
alemán y se despista en las exposiciones cuadriculadas). La conclusión es que
una abrumadora mayoría cree que 3 es el número clave, es decir, el salario del
ejecutivo agresivo no debe ser superior a tres veces el de la planchadora. A mí
me parece justo, de verdad. Adios, Mesi.
La
plantilla de Es
Mascle Ros levanta el brazo, tiene una
propuesta. “Señor Christian, proponga que levantemos el brazo todos los
presentes que nos negaríamos a ganar diez veces lo que cobramos ahora”. “Esta
propuesta no tiene nada que ver con este debate, no hay tiempo para esto”
responde, o algo así. El economista del Nuevo
Mundo olvida que el público asistente miente. Mentimos incluso cuando
levantamos los brazos emitiendo un voto en público. No hacemos otra cosa en
todo el día que soltar un embuste detrás de otro, y este proceder sí
corresponde a nuestra naturaleza.
Felber
da por terminado su discurso. De nuevo, un austriaco es aclamado por una
multitud entusiasmada.
Economía del Bien Común es otra organización sin ánimo de lucro. No
encontrará nada parecido en la planta de juguetes de Galerías Preciados, pero sí cuenta con página web propia: www.economía-del-bien-común.org.
Se admiten adeptos, y donativos para un lucro desanimado.
¡Ah! Se me olvidaba: a diferencia de la más que correcta exposición
del señor Ferber, la presentación a cargo eeeeehhhh de un tal eeeeehhhhh Marc fue eeeeehhhhhh bochornosa, por no
decir algo peor. Los que asistieron a la charla eeeeeehhhh ya me entienden.
Citaremos al tal Marc, eeeeeehhhhh, en el artículo 100 de Es Macle Ros, a la vuelta de la esquina. No se lo pierdan.
Octavio
Capó Truyols Es Mascle Ros