domingo, 30 de septiembre de 2012


ECONOMÍA DEL BIEN COMÚN

Las buenas intenciones de Christian Felber


Austria


El juego del Monopoly sólo resulta divertido hasta que uno pierde toda posibilidad de ganar la partida, entonces se convierte en un sopor que puede durar horas, hasta que un solo participante resulta vencedor, y vencido al mismo tiempo por su descuido. La partida termina porque el dinero y todo el patrimonio, en manos de una sola persona, pierde todo su valor. El vencedor se autodestruye, ya no tiene a quien vender ni queda nada que comprar, la economía ha muerto. Por si alguien anda despistado, llevamos jugando al Monopoly desde los tiempos de Adán y Eva. La partida es larga y aburrida para la gran mayoría, y de eso se trata.
Mascle Ros 
Christian Felber logra llenar el aforo del Club Diario de Mallorca un sábado a las 10:30 a.m. Asiste la plantilla entera de Es Mascle Ros, para que no se nos escape detalle. El economista austriaco propone un juego radicalmente opuesto al anterior y se llama Bien Común, término que declara haber tomado prestado de Tomas de Aquino, personaje al que el público asistente conoce a fondo, es decir, todo un referente. También cita a Aristóteles, por si alguien necesita apoyar los dos brazos para sostener su cabeza.

Felber trata de convencernos de que el acaparamiento, el enriquecimiento como fin único de una empresa o una persona, es nocivo para la sociedad, y estamos de acuerdo con él. Los peces gordos, los tiburones acaparadores de la riqueza más grosera, no se encuentran entre los aforados, pero también están de acuerdo con esa teoría. La mujer que plancha la ropa de Emilio Botín no tiene por qué cobrar un sueldo 500.000 veces inferior al de su amo, es más, la planchadora realiza una labor que beneficia – o al menos no perjudica – a la sociedad entera mucho más de lo que lo hace el trabajo del banquero. La limpiadora mileurista impide, al menos, que el señor Botín vaya por ahí esparciendo gérmenes y apestando a basura europea, y esto es mucho mejor a la contribución realizada por el banquero para con la sociedad.

Cristian Felber expone todo esto sentado y con la espalda erguida. Gesticulando con ambos brazos imita a un disciplinado gendarme dirigiendo el tráfico rodado, lo cual añade gracia a su exposición. Pronto invita al público a que interactúe, no sin antes advertirnos, sin dar muchas explicaciones, que es absolutamente falso que la actitud acaparadora corresponda  a la naturaleza propia del ser humano. Comenzamos enumerando rasgos propios de la economía del acaparamiento grosero y el público empieza a animarse. Egoísmo, grita alguien; individualismo dice otro; odio, injusticia, envidia, miedo y hasta veinte términos logra arrancar del público para definir el lado oscuro. A continuación pasamos a definir el perfil del nuevo movimiento, es decir, las aptitudes que nos caracterizan a todos los asistentes. Honestidad, generosidad, solidaridad, compasión y otros nueve adjetivos hacen de nosotros un público maravilloso y esperanzador. Por supuesto, inmediatamente recordamos que la definición del lado oscuro de la inmundicia actual coincide con la que otro austriaco hacía de la raza judía, mientras que los atributos positivos coinciden también con los que aquel definía al pueblo alemán. Es pura coincidencia, no podemos evitar coincidir con el vocabulario del Fürer, no es culpa nuestra.

Mr. BurnsFelber nos invita a jugar a dirigir el tráfico. Pregunta cuántas veces creemos que puede superar el salario máximo al mínimo para que una economía sea sostenible. (“No tenemos tiempo para fijar un salario mínimo, esto corresponde a otro debate”, oído). Debemos levantar un brazo si discrepamos de su propuesta y los dos si estamos en absoluto y rotundo desacuerdo, o algo así (servidor no es alemán y se despista en las exposiciones cuadriculadas). La conclusión es que una abrumadora mayoría cree que 3 es el número clave, es decir, el salario del ejecutivo agresivo no debe ser superior a tres veces el de la planchadora. A mí me parece justo, de verdad. Adios, Mesi.

La plantilla de Es Mascle Ros levanta el brazo, tiene una propuesta. “Señor Christian, proponga que levantemos el brazo todos los presentes que nos negaríamos a ganar diez veces lo que cobramos ahora”. “Esta propuesta no tiene nada que ver con este debate, no hay tiempo para esto” responde, o algo así. El economista del Nuevo Mundo olvida que el público asistente miente. Mentimos incluso cuando levantamos los brazos emitiendo un voto en público. No hacemos otra cosa en todo el día que soltar un embuste detrás de otro, y este proceder sí corresponde a nuestra naturaleza.

Felber da por terminado su discurso. De nuevo, un austriaco es aclamado por una multitud entusiasmada.

Economía del Bien Común es otra organización sin ánimo de lucro. No encontrará nada parecido en la planta de juguetes de Galerías Preciados, pero sí cuenta con página web propia: www.economía-del-bien-común.org. Se admiten adeptos, y donativos para un lucro desanimado.


¡Ah! Se me olvidaba: a diferencia de la más que correcta exposición del señor Ferber, la presentación a cargo eeeeehhhh de un tal eeeeehhhhh Marc fue eeeeehhhhhh bochornosa, por no decir algo peor. Los que asistieron a la charla eeeeeehhhh ya me entienden. Citaremos al tal Marc, eeeeeehhhhh, en el artículo 100 de Es Macle Ros, a la vuelta de la esquina. No se lo pierdan.



Octavio Capó Truyols                                        Es Mascle Ros

9 comentarios:

  1. Señor Capó,
    Me gustará comentarle, que su incondicional y atonal cinismo es bochornoso, es decir produce bochorno, da la casualidad que conozco a las voluntariosas personas que han conseguido traer al señor Felber y ojalá su variopinto léxico se aplicase al bien común y no al inculto concreto, pero bueno, suya es su conciencia, y suya su realidad, que le aproveche, porque usted recibe lo que da, así que me sabe mal por usted. Arrime el hombro, hombre... y no juzgue a los demás por lo que usted haría, eso es cruel, y crueles comportamientos sobran "o algo así".

    Ya lo dijo Quevedo "La envidia va tan flaca y amarilla porque muerde y no come."

    Salud para usted, que cuanto tanto resentimiento se pasea algo se cuece. Cuídese.

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  2. Estimado lector Horrach. Lamento que confunda ironía con cinismo. Pero no lamento discrepar cuando así lo encuentro oportuno y necesario. La exposición de Christian Felber fue trabajada y más que correcta, aunque con vacíos importantes, en mi opinión. Lo que sí resultó cínico, que también significa grosero, fue la presentación que le brindó un tal Marc, eeeeeeehhhhh...usted ya me entiende. Admiro al señor Felber en cuanto a su disciplina y su trabajo, pero si quiere usted adjetivarme correctamente, siga leyendo a Quevedo. Discrepar, como es su caso y lo es el mío es dar una paso adelante, no leer es retroceder. Gracias por leer, señor Horrach.

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  3. Su grosería habla por usted, es obvio. No es sólo lo que se dice o cómo se dice, sino lo que trasluce. Lea lea, pero haga. Gracias, Capo.

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  4. Ahora no sé si el último anónimo se corresponde al señor o señora Horrach o si es otro asistente indignado. De todas formas respondo al lector, que es de ley. Acabo de repasar el artículo y, la verdad, no logro adivinar dónde ven ustedes (o usted) tanta grosería, lo cual , si es cierto que la hay, me preocupa puesto que significaría que estoy perdiendo facultades o que nunca las he tenido. Cierto es que hay sarcasmo, como en los 97 anteriores artículos de este blog, del cual no es usted seguidor (o seguidores) ya que se habría indignado, y mucho, con antelación, a juzgar por su particular sensibilidad. Le ruego, si ello no le produce asco, relea el artículo y matice los puntos tenebrosos que, según usted/es resultan groseros y ofensivos, al menos aquellos más ofensivos que la presentación previa a la charla del Sr.Felber. Para terminar, y ya que ustyed lo ha mencionado, sepa que, de haber asistido Quevedo a la conferencian y de haberla comentado él, la pastillla de nitroglicerina bajo la lengua de nada habría servido para salvar determinadas almas excesivamente irascibles. Con todo el respeto del mundo, amado lector (lectores), y gracias de nuevo. P.D: no deje de leer el número 100 de Es Mascle Ros publicadoo hoy mismo, le encantará.

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  5. Por casualidad nos hemos encontrado con esto, y vaya… pero no vamos a entrar en discusiones porque no vale la pena.
    Desde Forum Ciutadá manifestamos nuestro respeto y total apoyo a: Christian Felber y su equipo, al proyecto de la Economía del Bien Común, al grupo local en Mallorca y a su coordinador Marc Masmiquel, quien hizo una presentación correctísima y está realizando un trabajo excelente en la implementación del proyecto en la isla. Son personas sencillas, honestas, humildes, y con la capacidad y el valor de poner en práctica una alternativa sensata y esperanzadora al sistema económico actual, más allá de sólo palabras, y con el firme propósito de crear justicia y bienestar para todos. Personas así son las que hacen falta en el mundo. Criticar es muy fácil. Inventar, crear, y ponerse manos a la obra con determinación, eso sólo lo hacen unos pocos y al hacerlo son ‘grandes’. Curiosamente éstos siempre son gente sencilla y humilde.
    Difícil de comprender su actitud, señor Capó.
    Aún así, reciba un cordial saludo desde el Forum Ciutadá

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    Respuestas
    1. A este Octavio ni caso, haced caso omiso. Es el prototipo al que se le va la fuerza por la boca... ladrador poco mordedor... esas cosas. No es mala persona, pero no se lo cree. Y se deja llevar por las envidias y como dijo el filósofo: La envidia en los hombres muestra cuán desdichados se sienten, y su constante atención a lo que hacen o dejan de hacer los demás, muestra cuánto se aburren. Poco más podemos añadir.

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  6. Efectivamente, las discrepancias son ,a veces, difíciles de entender, si no imposible, cuando uno abraza una idea con especial cariño. Le ruego que admita mi actitud con deportividad y sin rencor, puesto que adopto la que creo me corresponde según mi opinión, al igual que hace usted, imagino. Un saludo para ustedes y ánimo.

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  7. Nin, ya me conoces. Otra cosa es imposible, no la que tú comentas ¿a qué me refiero? No es posible insultar con deportividad, eso es escupir y escupir es de marranos. Si escupes a los demás no esperes halagos. Tu opinión es tuya, del mismo modo que tu actitud y el sarcasmo que paseas, destilas mala baba, y de eso ya hay mucha. Deportividad es saber no insultar, saberse comunicar y dialogar. Hay pequeñín, cuánto te falta... Un saludo sin rencor. Nacha

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  8. Eso espero, que me falte mucho. Gracias por tu atención y tus comentarios, Naxa. Un abrazo.

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