DEBEMOS 100.000
MILLONES, ¿SOMOS RICOS?
Como
tampoco somos economistas hemos recurrido a un experto (en paro) para que nos
explique, en lenguaje llano, lo que supone un rescate. Carles Roig Gil, economista desempleado, no solo se ha expresado
con transparencia sino que nos ha puesto en jaque. Buscábamos a un parado para
evitar a un experto bajo la influencia y nómina de una multinacional y lo hemos
logrado, ha sido fácil.
Roig
Gil propone que te imagines “ser un
náufrago a la deriva, sin apenas una tablilla donde sujetarse y a punto de
desfallecer; de pronto aparece un bonito navío cuyo patrón se ofrece a
rescatarte. Tú aceptas la salvación, por supuesto, y una vez a bordo no haces
ascos a una opípara cena y una buena jarra de cerveza; simpático patrón,
piensas. A la mañana siguiente te levantas todavía cansado por la angustia del
naufragio, pero animado y fortalecido gracias a la generosidad cristiana del
patrón. Éste, sin embargo, tiene noticias para ti: a partir de ahora remarás,
remarás de día y de noche, remarás domingos y festivos, remarás hasta que tu
salvador considere que has pagado lo que vale una vida; si te niegas volverás
al mar, pero no sin antes pasarte por la quilla, para así cobrarse la
hospitalidad de una noche con un poco de divertimiento. Como el capitán te ve
triste y melancólico y arrepentido de no haber querido aprender nada de la
vida, se ofrece a ponerte un televisor de todas las pulgadas y pantalla
extraplana para que puedas distraer el temblor de tu esqueleto mientras remas
sin cesar. Hoy, por ejemplo, podrás ver la final de Roland Garros, un gran premio de Fórmula 1 y a España en
la Eurocopa, nada menos”.
Nos
quedamos estupefactos, por no decir otra cosa: así que nos hemos convertido en
incautos y estúpidos esclavos. “No –
puntualiza Carles Roig Gil -, ya lo erais
hace mucho tiempo, sólo que ahora un tanto más” En pleno ataque de pánico suplicamos
al experto bondadoso que nos de una solución, que no nos diga que no hay manera
de salir de ésta, que es peor vivir remando que morir en pie.
Roig
asiente. “Sí la hay, pero dudo que
accedáis a llevarla a término, puesto que implica esfuerzo, seriedad y
compromiso por vuestra parte”. Nos importa un bledo lo que cueste, queremos
la salvación. Roig Gil procede. “Está
bien. En principio, si sientes apego por el PSOE, simpatía por el PP
o eres un incondicional de IU,
despídete, se acabó. Ya no habrá más campañas electorales, ni promesas
imposibles, ni debates entre líderes, ni derechas, ni centro, ni radicales, ni
moderados, ni banderitas, ni pegatinas, ni votoaesteporquemecaebien, ni
lovotoporqueesdelosnuestros, ni…” En ese instante nos vemos obligados a
interrumpir al supuesto experto, ya que está a punto de proponernos una
dictadura, ¡nada menos!, pero Roig nos tranquiliza. “De ningún modo, sino que a partir de ahora la administración y gestión
de nuestras comunidades autónomas saldrán a concurso, igual que lo hace el
proyecto para construir un palacio de congresos o una piscina municipal. Las
empresas concursantes deberán presentar un programa de gestión detallando hasta
el coste del más pequeño de los tornillos, deberán asimismo mostrar el
impecable currículum de los administradores, que entre otras cosas hablarán un
montón de idiomas y no precisarán de intérprete para hablar con un colega británico
(tal que un recepcionista de noche de un hotel de Magalluf); no será necesario que nos aburran en la tele, puesto que
todo estará redactado en un enorme panfleto, con el cual adoptarán un auténtico
compromiso, puesto que su programa vendrá avalado con sus dineros, por si se nos
ponen ociosos. A continuación, los ciudadanos que deseen votar – algunos
estarán obligados por ley – deberán haber leído y comprendido el programa, para
después pasar un examen que lo demuestre. El ciudadano no tendrá acceso a
ninguna imagen de los administradores y desconocerán si su programa es de
derechas o de izquierdas, salvo quien lo deduzca después de examinar el
panfleto. Los concursantes no serán paisanos de las comunidades autónomas que
vayan a gestionar, ni siquiera podrán presentarse aquellos que alguna vez hayan
militado en algún partido político (éstos últimos formarán un grupo de 300.000
parados durante un período de 10 años). Por último, los nuevos gobernantes cobrarán
en función de sus resultados, no se reconocerán como líderes del pueblo sino
como empresas a su servicio, y deberán por ello responder a cualquier pregunta
que se les plantee por parte de una comisión regular: ya no vale aquello de
“hoy no hablo de Rajoy porque no me
he puesto tacón”.
O
eso, o a seguir remando. ¿Ustedes qué opinan?
Octavio
Capó Truyols Es Mascle Ros
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